MARCO LEGAL


PROYECTO DE ACUERDO 323 DE 2006
"POR MEDIO DEL CUAL SE DICTAN NORMAS PARA MITIGAR LA CONTAMINACIÓN AUDITIVA EN EL DISTRITO CAPITAL"

I.- CONSIDERACIONES GENERALES
La nuestra es, sin duda, una cultura ruidosa. Colombia ocupa uno de los primeros lugares en el mundo, detrás de países como España, Brasil y Japón, en el ranking de países más ruidosos del planeta.
Un alto porcentaje de los habitantes de Bogotá sufre niveles de ruido superiores a los 65 decibelios, el umbral a partir del cual la OMS, los científicos y expertos sanitarios consideran inaceptable el ruido.
Se percibe una notoria falta de sensibilidad ante este problema, no sólo en la Administración, que no adopta medidas eficaces para combatirlo, sino en la propia sociedad, que protesta ante problemas ecológicos de menor envergadura y guarda un inexplicable silencio ante la agresión que supone el ruido. Tan sólo cuando afecta de forma escandalosa a un colectivo o barrio y salta a los medios de comunicación recordamos que el ruido existe, y que molesta a la quienes lo padecen.
En la industria se cuentan por miles los profesionales que han perdido la audición por culpa de ruido en las empresas, pero el ruido ha traspasado los límites de las fábricas para invadir, calles, domicilios, espectáculos. El ruido no solo produce daño en el oído y pérdida de la audición: sus efectos a corto, medio y largo plazo van más allá y afectan prácticamente a todo el organismo.
El sonido es una vibración del medio, una onda mecánica que se genera y propaga a través del aire, de los líquidos y de los sólidos. Del mismo modo que al lanzar una piedra a un estanque se dibujan a su alrededor ondas que se desplazan hasta llegar al borde, las ondas sonoras viajan a través del aire hasta el oído. Aquí son recogidas por el pabellón auricular y conducto auditivo externo.
Con el paso de los años se pierde audición, lo que se denomina presbiacusia o sordera de la vejez. Pero personas no sometidas a ruidos excesivos a lo largo de su vida presentan en la vejez una pérdida auditiva despreciable. Pero la presbiacusia es un fenómeno más unido al ruido ambiental que al envejecimiento. Los niños y jóvenes de hoy día soportan desde la infancia niveles de ruido que sobrepasan muchas veces los niveles, un tanto artificiales y de consenso, considerados nocivos para la salud.
Cuando se superan los 80 decibelios y la exposición se prolonga durante años, el oído se va dañando de forma casi imperceptible, y quien lo sufre termina padeciendo una sordera cada vez más acusada a las frecuencias agudas y a las frecuencias conversacionales. Se trata de un proceso que conduce irreversiblemente a la pérdida de la audición, ya que no existe tratamiento. Estas personas precisan que se les hable más alto cada vez, no oyen el timbre de casa o el teléfono, suben el volumen del televisor y de la radio con la consiguiente molestia para los demás, y escuchan zumbidos en los oídos, denominados acúfenos, que pueden ser molestos e incluso alterar el sueño de quien los padece.
Entre las alteraciones fisiológicas y psicológicas más importantes debidas al ruido figuran las interferencias con el sueño, el habla y el intelecto y las perturbaciones en el trabajo.
Los primeros síntomas de fatiga auditiva se detectan precozmente mediante una audiometría que evalúa la capacidad auditiva. Este examen permite reconocer las primeras manifestaciones de sordera y adoptar las medidas pertinentes. En la actualidad se observan en jóvenes alteraciones audiométricas típicas del trauma sonoro, debido a que cada vez hay mayor exposición a niveles absolutamente perjudiciales. Se han medido más de 100 decibelios en salas de fiesta, bares o cines, sin olvidar el uso extendido del walkman, cuyos altavoces se introducen en el oído, cerca del tímpano, y se utilizan a menudo con un nivel sonoro muy elevado. Tampoco dentro del hogar hay excesivo silencio: televisor, radio, equipos musicales y otros electrodomésticos provocan niveles que superan los 60-70 decibelios cuando varios de ellos funcionan simultáneamente.
Una excesiva exposición al ruido puede desencadenar efectos adversos:
*Aceleración del pulso (taquicardia) y elevación de la presión sanguínea.
*Incremento de la frecuencia respiratoria.
*Aumento de la secreción ácida del estómago y de la secreción de hormonas suprarrenales (típico de las reacciones de alarma y de estrés agudo).
*Disminución del estado de vigilancia, dificultad para concentrarse, descenso del rendimiento e incomunicación con el entorno.
*Inquietud, irritabilidad, trastornos del sueño, fatiga. Si se sufre durante un periodo prolongado, el estrés derivado del ruido afecta al sistema inmunológico, haciéndolo más susceptible a procesos degenerativos crónicos.
Según  la Academia Americana de Otorrinolaringología (American Academy of Otolaryngology), el ruido es dañino si:
*Usted tiene que gritar para que le escuchen.
*Le duelen los oídos.
*Sus oídos le pitan.
*Usted tiene dificultad para oír durante un par de horas después de la exposición.
Los ruidos fuertes pueden dañar las células del órgano de Corti del oído interno y el nervio acústico, denominándose pérdida sensorineural de la audición o sordera nerviosa (la pérdida sensorineural de la audición pueden ser causada también por una infección, una lesión en la cabeza, envejecimiento, ciertos medicamentos, defectos de nacimiento, tumores, problemas circulatorios de la sangre o presión de la sangre alta, y apoplejía).
El daño puede ocurrir con un ruido breve pero intenso, tal como una explosión, o por ruidos fuertes continuos tales como ruidos en un ambiente de trabajo bastante ruidoso. La pérdida de la audición causada por ruidos fuertes puede ser inmediata u ocurrir lentamente con el transcurso de los años o una exposición continua.
La pérdida de la audición inmediata está a menudo acompañada por zumbido, o pitidos en los oídos o cabeza. La pérdida de audición inmediata puede ocurrir en uno o ambos oídos y a menudo implica un daño severo en la estructura del oído interno.
La exposición prolongada al ruido puede cambiar la estructura de las células del órgano de Corti en el oído interno, provocando la pérdida de la audición. Zumbido, que es el sonido de un pitido, rugido, zumbido o chasquido dentro de la cabeza, a menudo también ocurre con la exposición prolongada al ruido.
La pérdida de audición producida por el ruido puede ser permanente o temporal. Si la pérdida de la audición es temporal, la audición se recupera generalmente en un plazo de 16 horas tras la exposición al ruido fuerte.


1.- CONSECUENCIAS


La pérdida de la audición puede suceder después de una única exposición a un ruido fuerte o después de repetidas exposiciones a ruidos fuertes variados. La exposición a ruidos altos puede darse en el trabajo, en el hogar o en lugares de recreo.
Según el INSOR nos estamos quedando sordos sin saberlo. La gente no es consciente de la manera como le afecta el ruido de manera insospechada y a veces se detecta el daño cuando es irreversible.
Los ruidos capaces de generar la sordera pueden ser divididos en continuos, como los producidos por motores; y discontinuos, generados por alguna explosión, armas de fuego etc.
Los efectos nocivos del ruido sobre la salud van desde las alteraciones cardiovasculares y del sueño, hasta la disminución del apetito sexual.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que el 76% de la población que vive en los grandes centros urbanos sufre un impacto acústico muy superior al recomendable. Muchas veces, sus habitantes sufren de estrés, irritabilidad, hipertensión, cefaleas, taquicardias, fatiga, sordera, aceleración cardiaca, problemas del sueño, molestias digestivas y disminución de la capacidad sexual, al tiempo que contribuye al aumento de accidentes.
El hombre moderno está sometido a la agresión de ondas sonoras que lesionan su capacidad auditiva. En Europa, por ejemplo, se estima que 80 millones de personas padecen alteraciones auditivas.
El tráfico es el principal responsable de la contaminación acústica de las grandes ciudades. Los otros focos causantes del ruido son las obras públicas, las cercanías de los aeropuertos y el ruido social y la actividad nocturna.
Las consecuencias del ruido suelen no manifestarse hasta años después de su acción, y su principal consecuencia es la pérdida auditiva que puede derivar, en el peor de los casos, en una sordera permanente.
Los niveles de ruido constantes, aunque no superen los niveles máximos permitidos, aceleran el proceso de esta enfermedad, de tal forma que tenemos un oído mucho más viejo del que correspondería a nuestra edad fisiológica.
En otras ocasiones la exposición a ruidos de poca duración, pero de gran intensidad, precipitan este trastorno irreversible y para la que no existe tratamiento alguno. Los expertos recuerdan en este punto que los audífonos, aunque son una ayuda, no permiten oír con total claridad.
Muchos jóvenes de hoy sufrirán trastornos auditivos en el futuro. El uso excesivo de reproductores de CD y radios con auriculares, y el volumen de la música en las discotecas provocan cada vez más problemas auditivos en este grupo de población. El oído tarda alrededor de 36 horas en recuperar la sensibilidad auditiva normal, después de estar sometido una noche a la música atronadora de una discoteca.
Todo esto tiene lógicas repercusiones, tanto en la salud integral como en el rendimiento, y por tanto, en nuestra productividad en el estudio o trabajo. Muchas personas soportan el ruido como una consecuencia inevitable de su actividad profesional. La legislación europea relativa a la prevención de riesgos laborales, fija en 85 decibeles el límite a partir del cual se deben adoptar medidas de prevención en las actividades laborales, mediante el uso de auriculares protectores. Sin embargo, muchas veces son los mismos trabajadores quienes no cumplen estas recomendaciones, siendo necesario reforzar la información preventiva.
El problema del ruido ha de ser tratado tanto con soluciones sociales como con medidas individuales. Todos podemos contribuir a controlar el nivel de ruido que llega a nuestros oídos, haciendo de nuestro ambiente un medio más apacible.


 1.1. AUMENTO DE LOS NIVELES DE STRÉSS


"El síndrome de HM" (depresiones, trastornos digestivos, dificultades ginecologías. asténia, etc..) plantea el problema de una promiscuidad deshumanizadora cuyo perjuicio tiende básicamente, a la comunicación sonora entre apartamentos, la vida íntima de cada uno es conocida por todos.


1.2.EFECTOS SOBRE EL CARÁCTER DE LA EXPOSICIÓN PERMANENTE AL RUIDO


Hay estadísticas que han demostrado que la exposición permanente al ruido hace que las personas sean mas agresivas y no favorece las la vida en familia.


1.3. LA MÚSICA FUNCIONAL PLANIFICADA


Esta música facilita la espera en los lugares públicos, favorece y orienta las compras en los almacenes donde todo se vuelve posible; y aquí el paraíso terrestre acaba en la caja.
Las características de la Música Funcional Planificada son las siguientes: bajo nivel de difusión gran aplanamiento de las zonas graves y agudas del sonido, flujo liso, reducido a una banda estrecha en el medio, destilada en aerosol, es omnipresente aunque discreta.


1.4. LA SORDERA


La ausencia de estimulación auditiva, especialmente la sorderas más severas, disminuyen el gusto e incluso la necesidad de comunicación. Las "interacciones" entre niños sordos son, del orden de 3 minutos contra 8 minutos para los demás. Este empobrecimiento tendría consecuencias muy importantes si creemos a Schmitt (1981). El declara: "en el caso del joven sordo a desmutizar, encontraremos en nueve casos sobre diez una sexualidad agresiva, esencialmente gestual, muy sugerente para el partener y aparentemente obsceno para el observador no advertido". Pretende incluso administrar la reciproca en cuanto a que 60% de los exhibicionistas (108 sobre 182) y una proporción comparable de personas prostituidas (21 sobre 32), tienen una clara hipoacusia bilateral (40dB) mientras que el 45% al 55% (82 exhibicionistas y 17 personas prostituidas) sufren de trastornos de elocución (tartamudeo o seseo)


II.-ASPECTOS SOCIALES


1.-FESTIVALES MUSICALES.


Los festivales atronadores inducen la fusionalidad de los individuos pegados unos contra los otros, conforta a los mas jóvenes en su sentimiento de pertenecer a un nuevo mundo, les estalla y les abate: los valores de autoridad desaparecen, los tristes índices de la cotidinidad se eclipsan, la revuelta, el vitalismo instintivo, la turgescencia sexual, la libertad del agua brotan, festejan pero envuelven, mas que otros placeres, sordo. Hasta el punto que el número de reformas, defectos de audición aumentan (1989) de manera muy inquietante en nuestro país... mas allá de las impresiones festivas sobreviene la resaca y la necesidad de añadir una cierta pendiente hacia la desresponsabilización. El sonido puede entonces volverse una droga entre otras (Antoine, 1988).
Hoy la mejor solución puede consistir en incorporar un estudio de niveles acústicos a la planificación urbanística, con el fin de crear "islas sonoras", es decir espacios con el menor ruido posible y otra solución es, insonorizar los edificios próximos a los "puntos negros" de contaminación acústica, pero ello conlleva coste elevadísimo. Es más eficaz adoptar medidas preventivas, ya que son más rentables, económica y socialmente. Hay que potenciar campañas de educación medio ambiental, para que todos contribuyan y exijan disminución de los niveles de ruido si es preciso.
El límite aceptable es 65 db durante el día y 55 db durante la noche.
Las Ordenanzas Municipales regulan estos aspectos en muchos municipios en diversos países y en ellas se indican "niveles máximos de ruidos aceptables" procedentes de exteriores y para horario diurno y nocturno1. El máximo de ruidos emitidos procedentes de exteriores no sobrepasará estos límites en db:
1.
Hospitales
25 db
Bibliotecas y Museos
30 db
Cines, teatros y Salas de conferencias
40 db
Centros docentes y Hoteles
40 db
Oficinas y despachos públicos
45 db
Grandes almacenes, restaurantes y bares
55 db
2. En inmuebles-viviendas: no podrán existir máquinas o aparatos que emitan más de 80 db. Se prohíbe el trabajo nocturno si el nivel sonoro sobrepasa 30 db. Los aparatos domésticos no podrán emitir por encima de 70 db durante el día y de 40 db por la noche.
3. Los vehículos: también están sometidos a niveles de emisión de ruidos. Como hemos visto el ruido puede ser perjudicial para la salud humana y ha requerido atenciones e incluso fijaciones legales.
Es difícil definir el ruido (1) con precisión. Se han dado definiciones que giran alrededor de los conceptos de sonido desagradable, sonido no deseado (quizá la que más aceptación tiene en estos momentos), sonido perjudicial, perturbador o dañino para quien lo percibe.
Como muy acertadamente indica la etimología latina (rugitus, rugido) del vocablo castellano, la función de la percepción del ruido por los animales, incluido el hombre, es la alarma. En contraste con ello, la de los sonidos no ruidosos es la comunicación.


2.-EFECTOS SOBRE LA SALUD PÚBLICA


Este es quizá el efecto más común del ruido sobre las personas y la causa inmediata de la mayor parte de las quejas.
La sensación de malestar procede no sólo de la interferencia con la actividad en curso o con el reposo sino también de otras sensaciones, menos definidas pero a veces muy intensas, de estar siendo perturbado. Las personas afectadas hablan de intranquilidad, inquietud, desasosiego, depresión, desamparo, ansiedad o rabia. Todo ello contrasta con la definición de "salud" dada por la Organización Mundial de la Salud: "Un estado de completo bienestar físico, mental y social, no la mera ausencia de enfermedad".


3.-GRUPOS ESPECIALMENTE VULNERABLES


Ciertos grupos son especialmente sensibles al ruido. Entre ellos se encuentran los niños, los ancianos, los enfermos, las personas con dificultades auditivas o de visión y los fetos. Estos grupos tienden, por razones de comodidad, a estar subrepresentados en las muestras de las investigaciones en las que se basa la normativa sobre ruidos por lo que muchas veces se minusvaloran sus necesidades de protección.
Se han citado casos de soldados que han podido dormir junto a una pieza de artillería que no cesaba de disparar o de comunidades que, a pesar de la cercanía de un aeropuerto, logran conciliar el sueño, aun cuando éste sea de poca calidad. Es cierto que a medio o largo plazo el organismo se habitúa al ruido, empleando para ello dos mecanismos diferentes por cada uno de los cuales se paga un precio distinto.
El primer mecanismo es la disminución de la sensibilidad del oído y su precio, la sordera temporal o permanente. Muchas de las personas a las que el ruido no molesta dirían, si lo supiesen, que no oyen el ruido o que lo oyen menos que otros o menos que antes. Naturalmente tampoco oyen otros sonidos que les son necesarios.
Mediante el segundo mecanismo, son las capas corticales del cerebro las que se habitúan. Dicho de otra forma, oímos el ruido pero no nos damos cuenta. Durante el sueño, las señales llegan a nuestro sistema nervioso, no nos despiertan pero desencadenan consecuencias fisiológicas de las que no somos conscientes: frecuencia cardiaca, flujo sanguíneo o actividad eléctrica cerebral. Es el llamado síndrome de adaptación.