EL OIDO
El oído es uno de los órganos del ser humano más sensible y avanzado y se afecta con gran facilidad si se expone a ruidos fuertes constantemente. Si usted es de aquellos que durante el día no se desconecta de los audífonos y escucha lo que más le gusta a un alto volumen, debe cuidarse, ésta clase de hábitos le hacen estar cada día más expuesto a la pérdida de la audición, bien sea a corto o largo plazo.
Dolores de cabeza, zumbidos agudos, parejos y molestos que tardan horas en desaparecer y el instinto de necesitar leer los labios de quien le habla para saber qué es lo que dice el otro, son los principales síntomas y las reacciones automáticas del organismo como respuesta a las crisis sonoras. Pues existen casos en que ni la misma persona, nota sus fallas auditivas a tiempo para hacerlas conocer de un especialista.
La hipoacusia es una de las enfermedades provocada por la exposición a frecuentes y fuertes ruidos, los mismos que se generan al utilizar audífonos a un alto volumen. Dicha enfermedad consiste en el deterioro de la membrana que recibe las vibraciones de los sonidos, la membrana coclear, ésta se ubica en el oído interno y cubre el caracol.
El desarrollo de la hipoacusia genera una enfermedad más avanzada que se denomina hipoacusia neurosensorial, ésta consiste en el completo deterioro del oído interno y del nervio auditivo, órganos que permiten escuchar. Dicho deterioro puede ser leve y moderado y se clasifica en unilateral y bilateral. El primero cuando la hipoacusia neurosensorial se genera por el uso de un audífono y el segundo por el uso en ambos oídos.
Según Mónica Barrera, Fonoaudióloga del Programa de Implante Coclear del Seguro Social, el rango entre 0 y 20 decibeles es la magnitud de volumen adecuada para estimular el oído. Mientras que el aumento entre 21 y 60 caracteriza un estado crítico en el que el sentido auditivo posee los mayores peligros para que la audición empiece a disminuir. Teniendo en cuenta también que los aparatos funcionales con audífonos como MP3, ipod, walkman, discman, radios, celulares o computadores alcanzan hasta los 139 decibeles o más.
“Me gusta escuchar música a un volumen alto, pero creo que eso hace que mi audición valla disminuyendo” así lo afirma Mónica Rincón quien diariamente utiliza los audífonos conectados al computador de su oficina mientras labora y, en el bus a través de su radio personal durante sus trayectos de la casa al trabajo y viceversa.
De igual manera, lo ideal es utilizar dichos aparatos durante 1 o 2 horas al día, como máximo, para no sufrir ningún riesgo. Sin embargo, las personas afirman estar en contacto con este tipo de herramientas durante 3 u 8 horas diarias, incluso hasta más y durante tres veces a la semana, pues generalmente acompañan actividades cotidianas como los trayectos a diferentes destinos: la casa, el trabajo o el estudio, o simplemente necesitar concentrarse en lo que se hace, no molestar a los demás con algún tipo de ruido que no le pueda gustar, relajarse, disipar del ruido exterior o tan solo escuchar música.
“Utilizo mi ipod para no incomodar a los que están alrededor porque seguramente no a todos les gusta la misma música que yo escucho, así se genera bienestar con los que comparten mi espacio de trabajo o estudio. A su vez también me concentro en escuchar la música que personalmente me parece agradable; a pesar de que exista un costo asociado que es la salud individual de quien utiliza los audífonos. En promedio escucho tres horas diarias en el tiempo de movilización por transporte, entre la oficina y la casa de por lo menos 4 horas”. Es el testimonio de Alberto Pantoja un bogotano más que diariamente aleja el sonido ambiente de donde se encuentre para escuchar lo que prefiere y en el momento que lo desee.
La situación es que las personas no conocen exactamente a lo que conlleva el mal uso de los reproductores musicales, así mucho menos, saben en qué momento acudir a un especialista. Generalmente la pérdida auditiva no es de mucha atención, pues la lesión a causa de los audífonos se presenta a través del tiempo. Algunos tienden a esperar que se presente alguna anomalía y no previenen para evitar lo que ocurre después. Otros por su parte si lo son y se acostumbran a escuchar a bajo volumen, tal como lo recomienda Barrera “se deben evitar ruidos altos y escuchar los sonidos en el volumen más bajo posible”.